viernes, 30 de septiembre de 2011

Viviendo el GR7: Día 2 Andilla-Chelva

 Nos levantamos esta jornada en Andilla adonde llegamos en la noche, y en su velada de pasodobles. Tras desayunar en el bar de Pilar, la dueña de la casa rural donde nos alojamos, e informarnos de las posibilidades de alojarnos con un grupo, comenzamos la marcha.



Un amable señor nos acompañó hasta donde sigue el GR7 a la salida del pueblo. Nada más salir, descubrimos un conjunto de vestigios de la Edad Media que nos ayudaron a comenzar el día con una sonrisa por su belleza e integración con el entorno y por el proceso de recuperación que se ha llevado a cabo con ellos. De esta forma podemos conocer mejor como era la vida de nuestros antepasados, y como hemos llegado hasta nuestro presente.

Una vez más, y a pesar de que acabábamos de estrenar la jornada era para nosotr@s un placer ir encontrándonos con las fuentes fresquísimas y tan abundantes en aquella zona. Cuando dejamos atrás el último núcleo poblado, comenzamos una ascensión por la sierra de Alcotas, trufada de molinos de viento. Siempre que no afecten gravemente a la avifauna de la zona, una excelente noticia, pues hemos de esforzarnos en acelerar la transición hacia un modelo energético 100% renovable.
En este caso la falta de señales nos lleva a desviarnos durante la mayor parte de la subida del trazado original.

Lo retomamos una vez habíamos comenzado a bajar, pero de nuevo nos crean problemas las señales pues en una misma piedra encontramos marcas contradictorias, que nos mandan a la izquierda y a la derecha a la vez. Finalmente hayamos el camino bueno y proseguimos la marcha.


Aunque bajamos por una senda forestal, es la tristeza y el sentimiento de la poca mesura que habita en nuestros congéneres lo que nos invade. Ambos lados de la senda han sido víctimas de una ZAU. Convencidos de que la mejor prevención de incendios es lo que nosotr@s hacemos, la educación ambiental, y de que tras el movimiento de máquinas para los trabajos de prevención forestal se esconde lo más rancio de la filosofía inmobiliaria, por la poca sensibilidad de sus actuaciones; el paisaje arrasado que contemplábamos con los restos de poda y desbroce de la ZAU, dejados allí en pleno Agosto, nos pareció un auténtico despropósito, ya que estos restos constituyen un combustible de primera para potenciales incendios. Con esto se logra precisamente lo contrario de lo que supuestamente pretenden las ZAUs, reducir el peligro de incendios.

 Una vez superado estre tramo y este trago, cogimos la carretera que lleva a Alcotas, no sin antes superar una nueva jugarreta de las señales, pues en un momento dado el GR7 abandona la carretera de Alcotas, para internarse en una pista forestal. Pues bien, esta hermosa pista forestal tiene en su comienzo una voluminosa piedra con la señal de cruz del GR, que indica que no sigue por ahí. Curiosamente 15 metros más allá la marca correcta del GR nos invita a seguir por la pista. ¿Qué ha pasado aquí? Nuestra teoría es que quienes asfaltaron la carretera a Alcotas, que parecía de asfalto de reciente, les molestaba la piedra, y sin saber que indicaba la dejaron en la pista, ya que había 'marcas parecidas'. Lo cual nos sugiere que nos sigue quedando mucho que aprender de las buenas prácticas del senderismo.

Comimos tranquilamente en la solitaria Alcotas, una aldeita que solo está habitada en verano. Aunque cualquiera lo diría, pues no vimos a nadie en todo el rato que allí estuvimos. Nos acompañaron en ese rato un grupo de unos 15 Buitres leonados, patrullando la zona en busca de sus carroñas. Una vez nos pusimos en marcha de nuevo, un vecino nos indicó la existencia de otra refrescante fuente que nos proveyó del preciado líquido para la siguiente etapa de la jornada de hoy.


El primer tramo que afrontamos era de una subida suave rodeada de nuestro singular bosque mediterráneo. Al llegar al punto más alto descansamos un poco, para emprender al rato la marcha esta vez de bajada, por un ancho barranco y sintiendo el peso de la amplitud de los paisajes y la soledad en nosotr@s.

La marcha era muy calurosa por las horas, pero alegre por el verdor del paisaje.
En uno de los momentos que más acalorad@s nos encontrábamos, tuvimos la suerte de toparnos, después de haber recorrido una senda preciosa al borde de un fuerte cortado, con restos de trincheras de la Guerra Civil; con una charca de agua refrescante. En ella no solo se rebozó Lobita, sino nosotr@s mismos ayudados por cuantos cacharros teníamos para tirarnos el agua por encima.

Una vez estuvimos tod@s fresquitos continuamos, el último tramo de nuestra marcha siguiendo el barranco y el curso de agua, hasta desembocar en la pista forestal que finalmente nos llevaría hasta Chelva, tras recorrer 28'5 Km.

Se nos nubló la entrada eufórica a Chelva, pues veníamos ensimismados con el tramos más bonito que habíamos hecho y habíamos de hacer en nuestro viaje, cuando nos chocamos con un espectáculo, más propio del medievo que de nuestros días. Había vaquillas en la plaza de toros del pueblo. Desde aquí nuestra más profunda repulsa a estos eventos donde por la diversión de algun@s se hace sufrir, a veces hasta la muerte en según que fiestas, a un compañero de Planeta, tan merecedor de la vida que invade su ser, como nosotr@s mism@s.


Por fin, en la pensión que encontramos en este bonito pueblo, comenzamos a anotar todas las impresiones de este largo y completo día, lleno de luces y alguna sombra, pero que sobre todo nos había regalado uno de los paisajes más bellos de la tierra en la que nacimos.

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